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Dios determinó en su omnisapiencia que los seres humanos no podíamos vivir sin leyes, preceptos y mandamientos, razones por las cuales establece la existencia de un registro escrito por hombres bajo la inspiración del Espíritu Santo de Dios.
Este registro de carácter divino para la vida humana, tendría como propósito fundamental servirle de brújula orientadora al hombre en su transitar por el oscuro sendero de la vida.
Como dice el Salmo 119:105: “Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino”. También dice en (2 Pedro 1:19) “Hacemos bien con estar atentos a la palabra profética más segura, como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro”.
Dios utilizó como a 40 autores para escribir los 66 libros que forman “La Biblia”. La pa-labra Biblia viene del griego biblio que significa libros. Según la historia, escribir los 66 libros de la Biblia abarca un período de 1600 años aproximadamente.
En principio la palabra de Dios circuló en forma de manuscritos o escritos a mano. Se confeccionaban rollos hechos en forma de láminas, tanto de una planta llamada Papiro, como de pieles de animales. Fue en el año 1450 con la invención de la imprenta que aparece el primer libro impreso, llamado “La Biblia”.
La Biblia fue escrita en hebreo, arameo y griego. La primera parte de la Biblia, el antiguo testamento, consta de 39 libros, y tiene más de 3,000 años de historia. La segunda parte, el Nuevo Testamento contiene 27 libros con más de 1,800 años.
La Biblia contiene una norma moral, y un solo sistema doctrinal. El asombroso misterio que confirma su credibilidad, para saber que la Biblia no procede de hombres sino de Dios, es que todos los escritores que transitaron tan largo período, concuerdan con un mismo mensaje central, armonizando el uno con los otros, y complementándose entre sí.
En la misma palabra se confirma que la Biblia tiene como mentor divino al Espíritu Santo y al hombre como su instrumento, como lo testificó el mismo Moisés en (Deuteronomio 9:10). Al declarar: “Cuando yo subí al monte, me dio Jehová las dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios, todas las palabras que habló Jehová en el monte”.
Dios no quiso que su palabra se quedara sólo en la mente de los hombres, es por eso que surge la necesidad de elaborar un registro escrito de carácter perpetuo en el cual se conjuga la voluntad de Dios con la acción del hombre.
Más de 30 millones de Biblias se imprimen cada año. Algunas porciones de la Biblia han sido traducidas a más de 1000 idiomas. La Biblia fue traducida del hebreo al griego, esta traducción se conoce como la septuaginta.
Según el curso de los años, el latín, idioma de los romanos, era hablado y leído en todo el mundo, debido a que Roma era la gran potencia, por lo que llegó un momento en el que la gente le rogaba a los académicos, les dieran la Biblia en su propia lengua. Es entonces cuando surge la primera traducción del griego al latín, llamada “Biblia Vulgata” que significa común o vulgar, eso ocurre unos 400 años después que Jesús naciera.
Luego, en el siglo XIII salió la primera porción de la Biblia, traducida al español, llamada “Biblia Alfonsina”. Pero es en el 1543 d.C., que sale la primera traducción del nuevo testamento al español por Francisco de Enzinas. Luego en el año 1569 d.C., se tradujo la primera versión completa de la Santa Biblia al español por Casiodoro de Reina.
Agotada la versión de Casiodoro de Reina, surge la necesidad de una nueva edición. Es entonces cuando Cipriano de Valera se dedica durante 20 años a revisar la que Casiodoro de Reina tradujera. Esta fue terminada en el 1602, considerada como la más excelente de las traducciones.
Hoy por hoy, la Biblia viaja por todo el mundo, cumpliéndose así lo que dice el Salmo 19:4: “Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras”.